lunes, 16 de agosto de 2010

El viaje a la luna












Según cifras de la NASA, un 11% de los estadounidenses cree que el viaje a la Luna fue un fraude. Esta cifra se dispara en el resto del mundo.
Los teóricos de la conspiración nos cuentan una alucinante historia de fotografías retocadas, alunizajes falsos, presuntas rocas lunares que jamás han salido de la Tierra y astronautas programados psicológicamente para mantener la impostura. Para ellos todo es fruto de un desesperado intento de evitar el desastre que hubiese supuesto la derrota estadounidense en la carrera espacial.
El presunto fraude lunar es un elemento muy presente en la cultura popular norteamericana, que aparece incluso en guiones cinematográficos como los de: “Los diamantes son para siempre” (1971) y “Capricornio I” (1978).

Las Pruebas

“No me hagan ninguna pregunta y yo no les diré ninguna mentira” (Mike Collins, piloto del Apollo XI)
Las pruebas que aportan los defensores de la teoría de la conspiración son muy variadas y en algún caso llegan a ser absurdas. Los argumentos más utilizados son los que presento a continuación.

a) El engaño de las fotografías

Una de las teorías utilizadas para defender el supuesto fraude es que las fotografías oficialmente tomadas por los astronautas en la superficie lunar, de ser todo tal como se nos ha contado, no deberían contener cierto número de interesantes incongruencias. David Percy, fotógrafo británico de la Royal Photographic Society declaraba: “Nuestra investigación sugiere que las imágenes de los alunizajes del proyecto Apollo fueron falsificadas. Muchas de las imágenes están llenas de inconsistencias y anomalías”.

b) Problemas técnicos

Ciertos partidarios de la conspiración afirman que en la década de los 60 la NASA no contaba con la tecnología suficiente para hacer llegar al hombre a la luna.
· El Apollo I (enero de 1967) se incendió en una prueba preparatoria de la misión. Esto hace pensar que los inconvenientes técnicos sufridos habrían sido imposibles de solucionar en tan poco tiempo. Esta milagrosa recuperación tecnológica, junto con las incongruencias presentadas dio lugar a especulaciones sobre el fraude.
· Bill Brian escribió en 1982 “Moongate”, en la que sostiene la existencia de ‘alguna clase de encubrimiento’ en el viaje lunar. Aporta una razón completamente diferente para muchas de las inconsistencias encontradas: quizá se viajó a la Luna, pero Brian intenta demostrar que la tecnología oficialmente empleada es demasiado primitiva y, que si realmente se llegó, la NASA ocultó las técnicas empleadas.
“Si se descubriese la verdad sobre la Luna, la NASA tendría que explicar la técnica de propulsión que los llevó hasta allí, además de divulgar sus investigaciones en propulsiones alternativas, unas investigaciones que ponen en riesgo el negocio de las grandes corporaciones petrolíferas y cuyos resultados podrían conducir al derrumbe de la estructura misma de nuestra economía mundial. Sencillamente, la NASA no puede asumir ese riesgo”.
· Otro problema técnico es la presencia de los cinturones de Van Allen, que son zonas por encima de la superficie terrestre donde el campo magnético de la Tierra atrapa partículas de viento solar. Ciertos científicos sostienen que la tecnología con la que se contaba no protegería a los tripulantes del Apollo XI al atravesarlos, provocando su muerte. Existen estudios que demuestran que los astronautas fueron capaces de soportar estas radiaciones debido a la protección proporcionada por la nave. (http://lsda.jsc.nasa.gov/books/apollo/S2ch3.htm)
· Existe la creencia de que el movimiento de los astronautas en el interior del LM durante el aterrizaje y el despegue, descompensaría la nave, desplazando su centro de masas y haciéndola incontrolable al ser ésta, una nave pequeña y poco robusta. Para corregir este efecto, se desarrolló un sistema automático de control de estabilidad del módulo lunar, que está ampliamente documentado en la siguiente página: www.apollosaturn.com/Lmnr/gn.htm

c) El silencio

Ni la NASA ni sus representantes han accedido jamás a debatir públicamente los asuntos defendidos por los partidarios de la conspiración.
El silencio que rodea a la historia del presunto fraude lunar ha dado lugar a gran número de anécdotas. El 21 de septiembre de 2002, el astronauta Edwin 'Buzz' Aldrin resultó absuelto en los tribunales de un cargo de agresión contra un teórico de la conspiración, que le retó de improviso a que jurara ante una biblia que realmente estuvo en la Luna en 1969. Aldrin declaró a las autoridades que actuó en legítima defensa cuando golpeó a Bart Winfield Sibrel, a la salida de un hotel de Beverly Hills. Tras escuchar las versiones de los implicados y visionar la filmación de los hechos el fiscal de Los Ángeles decidió no presentar cargos contra Aldrin.
El cineasta Bart Winfield es uno de los más destacados defensores de la teoría de la conspiración. Ha producido varios reportajes televisivos y un documental en los que expone pruebas y testimonios que apuntan hacia la posibilidad de que las misiones a la Luna fueran un fraude. En la grabación de una nueva película realizó numerosos intentos de contar con el testimonio de Aldrin para su reportaje. Cansado de las continuas negativas del astronauta decidió esperarle acompañado de un cámara a la puerta de un hotel y cuando lo vió salir, le abordó de improviso. Biblia en mano le gritó "jure ante la biblia que realmente estuvo usted en la Luna en 1969". La respuesta de Aldrin fue un sonoro puñetazo ante la cámara.
Este incidente se enmarca en la tradicional postura de silencio que los astronautas del Proyecto Apollo han mantenido sobre este asunto. Neil Armstrong se niega a conceder entrevistas relacionadas con ese tema: "no me hagan ninguna pregunta y no les diré ninguna mentira". Collins también se niega sistemáticamente a ofrecer cualquier tipo de declaración al respecto
En Octubre de 2002 la NASA contrató al ingeniero y divulgador científico James E. Oberg para intentar demostrar la llegada del hombre a la Luna. La iniciativa fue abandonada por la NASA temiendo que con esto no se conseguiría sino darle más publicidad a una polémica que sería mejor olvidar. Oberg y Roger Launius (antiguo director de la oficina de historia de la agencia espacial) han decidido seguir adelante con este proyecto a nivel personal, no con el objetivo de convencer a los defensores de la conspiración, sino para aportar pruebas sólidas que impida que se siga extendiendo la historia del fraude entre las nuevas generaciones.

d) Muertes sospechosas

“Esperamos que si nos ocurre algo esto no retrase el programa” (Gus Grissom, semanas antes del accidente del Apollo I)
Al igual que otras teorías de la conspiración, en el fraude lunar aparece una colección de muertes misteriosas. La más controvertida es la del astronauta Gus Grissom (durante el incendio del Apollo I) que en repetidas ocasiones había manifestado públicamente una postura muy crítica respecto a los problemas de seguridad del proyecto Apollo. Según los defensores de la conspiración, su muerte “pudo servir” para que otros posibles disidentes se lo pensaran dos veces antes de manifestar alguna duda sobre el proyecto.

Motivos del fraude

La agencia espacial se dedicó a poner en marcha el elaborado fraude cuando, tras años de fiascos tecnológicos y trabas presupuestarias, la NASA se vio ante la desagradable perspectiva de admitir finalmente que la promesa póstuma del mitificado presidente Kennedy iba a quedar sin cumplir al resultar imposible poner a un hombre en la Luna antes de finalizar la década de los 60.
Todo fue probablemente fruto de un desesperado intento de evitar el ridículo y el revés propagandístico que hubiese supuesto admitir ante la comunidad internacional la derrota estadounidense en la carrera espacial en plena guerra fría.

Lo que ‘realmente’ pasó
Las conclusiones de este apartado las extraemos de los trabajos de Ralph René, del libro “20 grandes conspiraciones de la historia” de Santiago Camacho y del libro de Bill Kaysing “We never went to the moon: America’s thirty billion dollar swindle”.
Como hemos visto, las pruebas de los teóricos de la conspiración resultan bastante endebles. Kaysing, su principal defensor compensa esta falta de pruebas de cargo con un notable entusiasmo. Kaysing es un californiano de 72 años de edad, trabajó como jefe de publicaciones técnicas para la sección de investigación y desarrollo de Rocketdyne, en sus instalaciones del sur de California entre 1956 y 1963. Rocketdyne era el contratista de los motores del Proyecto Apollo. "La NASA no podía ir a la Luna y ellos lo sabían", afirma Kaysing que defraudado por lo que pudo ver durante su experiencia como contratista de la agencia espacial, decidió dedicar su vida a esclarecer 'la verdad':
"Durante ese tiempo yo estaba habilitado por la Comisión de Energía Atómica para acceder a información clasificada como alto secreto. Esa clasificación me permitió acceder a los secretos del desarrollo de los proyectos Mercury, Gemini, Atlas y el futuro Apollo. Gracias a mi experiencia como técnico comprendí que había muchas cosas que la industria aeroespacial y la NASA hubiesen querido hacer, pero que nunca hicieron. Dicho de otra forma, no tuvieron tantos éxitos como pretendían. A finales de los años 50, cuando yo estaba en Rocketdyne, hicieron un estudio de viabilidad de un viaje con astronautas que aterrizaran en la Luna. El resultado fue que las posibilidades de éxito eran de apenas un 0,0017%. En otras palabras, era imposible sin embargo, la NASA y Rocketdyne querían que el dinero siguiera fluyendo. He trabajado en la industria aeroespacial el tiempo suficiente como para saber que esa es su única meta."Los argumentos de Kaysing quedaron expuestos en un libro que, a falta de un editor que se atreviese a publicarlo fue editado por él mismo. Se llama Nunca fuimos a la Luna y resulta el trabajo de toda una vida, con multitud de documentos, testimonios y fotografías recopiladas por el autor, para desenmascarar lo que él llama el mayor fraude de la historia:
"Creo realmente que las evidencias que expongo prueban, más allá de cualquier duda, que es imposible que hayamos llegado a la Luna, al menos en la forma que se nos ha contado"Otro notable defensor de la conspiración es Ralph René, autor del libro NASA Mooned America. Es el responsable de la mayoría de las pruebas que los teóricos de la conspiración defienden. Su conclusión es la misma que la de Kaysing: es imposible que EEUU pusiera a un hombre en la Luna.
Para René y Kaysing lo que realmente ocurrió es lo siguiente:
La NASA, actuando en estrecha colaboración con la DIA (agencia de inteligencia de la defensa) –el mayor cuerpo de la inteligencia estadounidense- organizó una operación de alto secreto denominada ASP (Apollo Simulation Project) que desarrollaba el fraude. Las tomas falsas fueron rodadas en la base Norton de la fuerza aérea, en San Bernardino, California: «Allí contaban con más y mejor equipo técnico y humano que todos los estudios de Hollywood juntos», explica Kaysing, añadiendo que el hombre encargado del peculiar rodaje fue el director Stanley Kubrick, cuya película 2001: Una Odisea del Espacio (1968) había impresionado a los oficiales de la NASA, que le pusieron al mando de la parte técnica de la operación. Puede sonar descabellado, pero Kubrick siempre rehusó contestar a cualquier pregunta sobre el tema, una actitud habitual en los implicados en este curioso asunto. El astronauta Brian O’Leary hizo unas declaraciones que avalan una teoría parecida: “Si algunas de las filmaciones se hubieran estropeado es remotamente posible que la NASA puediera haber rodado algunas escenas en un estudio cinematográfico para evitar la vergüenza pública”. Aparte de las filmaciones, la agencia espacial produjo abundante material fotográfico de su alunizaje falso. Aparte de las inconsistencias ya resaltadas, tanto René como Kaysing afirman que la comparación de las fotografías con las filmaciones realizadas en teoría, les ha llevado a descubrir la existencia de grandes fallos de continuidad entre unas y otras, diferencias que indican que no fueron tomadas en el mismo momento. Las acusaciones de Kaysing adquieren un tono definitivamente alucinante cuando describe lo que podíamos denominar como "fase de postproducción" del fraude lunar. Una vez elaborado el material gráfico destinado a engañar al público, había que proceder a la escenificación de la misión Apollo propiamente dicha. Un cohete sin tripulación habría sido enviado al espacio ante la mirada de millones de ojos, que desde todo el planeta, siguieron el despegue mientras los pretendidos astronautas eran llevados en avión al complejo que la ASP tenía preparado a tal efecto en el desierto de Nevada. Un lugar, donde según Kaysing: "de todos los lujos concebibles, incluyendo la presencia de algunas de las más voluptuosas bailarinas de striptease de Las Vegas, que ya habían colaborado en otros asuntos con la inteligencia militar". Es posible que tal instalación se encontrara en el complejo militar de alto secreto conocido en clave como "Dreamland": el Área 51. Una vez presuntamente lanzados al espacio los astronautas resultaba imposible verificar la autenticidad de cualquier comunicación, ya que la propia NASA controlaba los enlaces. ¿Quién es capaz de asegurar que las imágenes y sonidos que recibíamos eran emitidas realmente en directo? Los detalles que aporta Kaysing en su libro, resultan alucinantes: nos relata la escalandosa vida de playboys que Armstrong y sus compañeros llevaron en su apartado y lujoso confinamiento, mientras el mundo los suponía a medio millón de kilómetros de La Tierra. Uno de los momentos más surrealistas de la narración, es aquel en el que nos narra una pelea de burdel que se entabló entre uno de los astronautas y un miembro del personal del ASP cuando ambos, influidos por los rigores del encierro y la presión psicológica a la que estaban sometidos, se encaprichó con una exhuberante bailarina exótica conocida como Peachy Keen. Se nos hace un poco cuesta arriba imaginarnos que en una operación de alto secreto en la que se encuentra en juego el prestigio de la nación más poderosa de la tierra, pueda terminar convertida en poco menos que una pelea de borrachos dándose de tortazos en un bar de alterne. Claro que tratándose de Estados Unidos, todo es posible... El caso es que poco antes de su triunfal 'regreso' a La Tierra, los astronautas habrían sido alejados de los placeres y tentaciones de Las Vegas, para ser confinados en una base secreta al sur de las islas Hawaii, concretamente en el archipiélago de Tauramoto. Allí les aguardaba la falsa cápsula espacial a bordo de la cual serían lanzados al océano desde un avión de transporte C5-A para ante las cámaras de televisión ser rescatados por la Marina y vueltos a enclaustrar en una inexplicable cuarentena, especialmente si tenemos en cuenta que teóricamente regresaban de un lugar sin atmósfera, sin agua y sometida a la implacable acción de los rayos cósmicos, donde era virtualmente imposible que se contagiaran de virus, bacterias o microorganismos de ningún tipo. Para Kaysing resulta evidente que este nuevo confinamiento fue empleado para adoctrinar a los astronautas respecto a lo que deberían decir en sus intervenciones ante los medios de comunicación, ensayando una y otra vez las respuestas a cada posible pregunta.Los teóricos de la conspiración nos cuentan una alucinante historia para justificar lo que ellos creen que realmente pasó, pero es una historia tan surrealista y atractiva que casi desearíamos que fuese 'la verdad'. "Porque a veces es demasiado increible, la verdad deja a menudo de ser conocida".
Quienes quieran contactar con Bill Kaysing pueden hacerlo en la siguiente dirección : Bill Kaysing: P.O. Box 595 Frazier Park Ca. 93225 EEUU.
Quienes quieran contactar con Ralph René pueden hacerlo en la dirección : Ralph René: 31Burgess Place Passaic NJ 07055 EEUU.

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